Es en el estío
cuando las palabras
afloran como abejas
que seducen, hambrientas,
los bellos capullos
que se abren al amanecer.
Luz de amanecida, temprana,
derrochando sinfonía de colores.
Embriagando los corazones
que sedientos de amores
sucumben a la melancolía
(derrochadora de sueños)
Mientras, en el interior,
se instala un halo de tristeza
que sutil y silencioso,
recorre todo nuestro ser,
dejándonos indefensos
ante la ausencia del amor.