Al hombre solitario,
el que sin yo querer,
habita en mi corazón.
A él,
sólo a él,
decidle que le espero, inútilmente,
cada día,
cada hora,
cada instante,
asomada en mi ventana.
Vestida por la luz
de la luna plateada,
que bella y coqueta riela
sobre un mar en calma.
Abriendo mis sentidos
a un mundo nuevo,
haciéndome soñar
en bellas islas lejanas.
¿Sabe alguien dónde habita su soledad?
¿Qué piensa o desea?
Preguntadle... ¿Es capaz de amar?
Hoy, noche de luna llena,
mis ojos derraman perlas amargas
que resbalan por mi rostro,
uniéndose con el mar…
entre el fragor de espumas nacaradas.